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Topic: Reconversión social y ecológica de la economía
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Reconversión social y ecológica de la economía
on: January 12, 2014, 23:06

Reconversión social y ecológica de la economía



Mikel Noval


Otro mundo es posible. Un mundo que tantos movimientos sociales reivindican y construyen en la práctica. Es un futuro deseable y necesario, donde la prosperidad ya no es nuestra capacidad de acumular más, unos mucho más que otros, sino nuestra capacidad de vivir bien y felices dentro de los límites ecológicos del Planeta.

La transición ecológica de la economía es una propuesta de salida ordenada de la economía del crecimiento y de las lógicas industriales hacia otra economía, otra sociedad, en la que prime la sostenibilidad, la calidad, la solidaridad y la participación ciudadana.


1. CONSIDERACIONES PREVIAS SOBRE EL PASADO Y EL FUTURO DEL MODELO ECONÓMICO

1. 1. La economía del crecimiento contra el ser humano y la naturaleza

La sociedad asalariada e industrial es básicamente una sociedad de consumo que ha pasado de ‘la producción para satisfacer las necesidades’ al ‘consumo para hacer funcionar las industrias’. Esta sociedad del crecimiento se distingue por las siguientes características determinantes para su buen funcionamiento:

El crecimiento continuo del Producto Interno Bruto (PIB)

El PIB no tiene en cuenta en absoluto los límites biofísicos del Planeta, las condiciones y externalidades ecológicas y sociales de la producción, ni su finalidad, así como tampoco los trabajos no mercantiles (de cuidado, domésticos o voluntarios) o el reparto de riqueza.

Los aumentos de productividad

Para la mayoría de los dirigentes, representa el centro del progreso, de la emancipación, de la protección social, etc. Sin embargo, buena parte de los aumentos de productividad alcanzados por la sociedad industrial son nocivos para la sostenibilidad. Por ejemplo, el sistema agroalimentario global ha conseguido producir tanta cantidad de alimentos (aunque muy mal repartidos) con tan poca mano de obra sobreexplotando los recursos naturales y las personas.

El progreso tecnológico

Uno de los principios de la sociedad del crecimiento es que la tecnología permitirá superar los problemas sociales o ecológicos que enfrentamos. Sin embargo, esta visión no tiene en cuenta los riesgos asociados a tecnologías que superan la capacidad de control del ser humano (energía nuclear, transgénicos, etc.)

El empleo

El empleo se entiende como trabajo productivo a tiempo completo. En cambio, hablar de trabajo —de su realidad, lugar en la sociedad, dignidad, condiciones, relevancia, impacto ambiental, reparto, futuro, transformación, etc.— es hablar de todos aquellos trabajos, productivos y reproductivos, remunerados y no remunerados. Es importante señalar la división sexual del trabajo, que acarrea el menor reconocimiento social y económico, y es la que ampara la desigualdad de genero estructural.

Es el empleo el nexo fundamental entre la producción y el consumo. El “pleno empleo”, se transforma en piedra angular de los discursos y reivindicaciones donde cualquier empleo es intrínsecamente bueno, sin importar su finalidad, ni su ética, ni sus impactos sobre el medio ambiente, las generaciones futuras o los países del Sur.

El consumo

El consumo se transforma en un “trabajo social” donde la lógica industrial moviliza al consumidor como “trabajador del consumo” por el bien del sistema y por el bien del individuo. Los salarios y el Estado del Bienestar protegen al individuo y le permiten una participación activa en la sociedad de consumo de masas y un estatus social. En esta sociedad y de forma resumida: “quien trabaja, come”, “quien trabaja, consume” y “quien consume, crea empleo”. Sin embargo, este modelo de (relativa) “paz social”, hoy ha caducado.


Este modelo se tambalea en lo más profundo de su dinámica interna porque choca con una triple crisis, que juntas conforman la crisis sistémica: la crisis ecológica , la social y la de los cuidados. Es uno de los mayores retos que tiene hoy el sindicalismo.


1. 2. Hacia un modelo económico equitativo y en paz con la naturaleza

No es solo una crisis de reparto y de redistribución. Incluso si redistribuyéramos de forma equitativa las rentas entre capital y trabajo, la humanidad seguiría viviendo como si tuviéramos 1.5 planetas. Reclamar en este modelo productivo pleno empleo a 37 horas semanales o más es un peligro ecológico. ¿Qué hacemos con los recursos limitados que tenemos? ¿Por qué, para qué, hasta dónde y cómo producimos, consumimos y trabajamos? Supone dotarse de una macroeconomía ecológica consistente. Algunas bases de esta macroeconomía alternativa:

Prosperidad sin crecimiento

Es necesario construir una nueva macroeconomía ecológica donde la estabilidad no depende del crecimiento. Y superar definitivamente el PIB como indicador principal de riqueza.

Aumentos de calidad y sostenibilidad

Consiste en producir mejor y producir otra cosa con igual o más —y mejor— trabajo.

Dicho de otro modo, en vez de producir un kilovatio-hora (kWh) proveniente de una central de carbón y una tonelada de trigo en la agricultura intensiva, producir un kWh proveniente de una central eólica (de pequeña escala y local) y una tonelada de trigo ecológico implica más trabajo, en mejores condiciones, con menos energía, menos impacto ambiental y mejor nivel de calidad y comodidad.

Poder de vivir bien

Hay que aumentar la calidad de vida en un entorno sostenible. El vivir-bien implica el acceso a riquezas no económicas como la autonomía, la solidaridad, la ciudadanía, la seguridad, la autoestima y la ecología; tener cubiertas sus necesidades básicas (alimentación, energía, vivienda, etc.) y el desarrollo de servicios fuera de la lógica mercantil.

Trabajos productivos y reproductivos

Se trata de pasar de una lógica del “vivir para trabajar” al “trabajar para cubrir sus necesidades básicas, y vivir bien y feliz”. En este marco, domina el trabajo (con sentido) para sí y para la colectividad donde dominan la autonomía y las actividades que generan riqueza social y ecológica. Se busca reequilibrar la distribución de los trabajos remunerados y no remunerados entre mujeres y hombres, así como revalorizar la esfera de la reproducción de la vida.

La deliberación ciudadana

El debate ciudadano es central ya sea para definir otros indicadores de riqueza o el “poder del vivir bien”, para fijar colectivamente las necesidades deseables y posibles en un mundo solidario y finito, para elegir en consecuencia qué tipos de trabajo se requieren para cubrirlas, o para debatir y escoger las tecnologías adaptadas a este proyecto de sociedad. Es hora de hacer de la vida en general y de la ciencia (incluida la economía) en particular un tema de extensas deliberaciones democráticas locales (según el principio de subsidiariedad y la necesaria relocalización del poder).


2. LA GRAN TRANSFORMACIÓN DEL SIGLO XXI

2.1 Sectores y trabajos no deseables

Esta dinámica laboral da pie a aceptar de forma acrítica o inconsciente que cualquier tipo de empleo vale, mientras dé trabajo, salarios y mayor poder adquisitivo a la ciudadanía. Sin embargo, la triple crisis ecológica, social y de cuidados marca límites al crecimiento de la economía y a ciertos sectores productivos, y lleva a concluir de forma tajante que hay actividades humanas que o bien deben decrecer (en diferentes grados y medida) o bien desaparecer. Hay empleos socialmente no deseables y ecológicamente imposibles. Los puestos de trabajo deben perseguir un doble objetivo de equidad y sostenibilidad, así como responder a imperativos éticos y ecológicos y de justicia social. A continuación desarrollamos los dos primeros:

Imperativos éticos

Los trabajos escasamente o mal retribuidos y poco valorados socialmente, de carácter reproductivo y altamente feminizados, producen considerablemente más valor que los trabajos con un mayor sueldo. Más aún, los trabajos bien retribuidos, y con un alto estatus social y altamente mascunilizados, pueden incluso provocar un valor negativo, al tener un efecto destructivo sobre la sociedad y/o el medio ambiente.

Ningún empleo tendría que poder causar directa o indirectamente un daño o perjuicio moral o físico a otra persona o colectivo, se encuentre cerca del lugar de trabajo o en alguna otra parte de este mundo. El caso paradigmático es sin duda el sector armamentístico, pero hay otras actividades que destruyen más valor del que crean. Como puede ser el sector financiero y banquero, en gran parte responsable de la burbuja inmobiliaria y de la crisis económica actual.

Imperativos ecológicos

Deberán decrecer y transformarse profundamente aquellos sectores que son muy intensivos en energía y materia. Entran en esta categoría los sectores automovilístico, aéreo, de la energía (del petróleo, gas, carbón o nuclear), de la agricultura y ganadería intensiva, de la industria pesada (refinerías, papeleras, cementeras, etc.), del turismo de masa y del ladrillo (segundas viviendas, urbanizaciones o grandes infraestructuras como las autopistas, AVEs, incineradoras, superpuertos, puertos deportivos, supermercados, etc.).

Al mismo tiempo, la crisis social y ecológica implica que, de forma relativa (per capita) y absoluta (a nivel mundial y en los países del Norte), el modelo productivo reduzca el consumo de energía necesario para su funcionamiento hasta que éste sea compatible con los límites del Planeta y con la justicia ambiental.

Una transición social y ecológica de la economía implicará más mano de obra en las actividades poco intensivas en energía y una reducción paulatina de los sectores, y por tanto del empleo, muy intensivos en energía.


2.2 Sectores deseables, trabajos del futuro

En contra de las ideas preconcebidas, la ecología y el trabajo (productivo y reproductivo, decente y dignificante) van de la mano.

La economía de los cuidados y del buen vivir

En el marco de una transición ecológica, las “economías suaves” del futuro, es decir con pocas necesidades de energía y materia, y baja en emisiones de carbono, serán ante todo “economías de los cuidados” y de la calidad, es decir del “buen vivir” y de la “reproducción de la vida”, según cuatro directrices:

- Cuidar de las personas, de sus necesidades básicas (alimentación, energía, vivienda, movilidad, etc.), su salud, educación, cultura, bienestar, condiciones de trabajo,…

- Preservar y fortalecer el vínculo social, la participación, la solidaridad y el acceso a los derechos universales efectivos ligados a los bienes comunes y a la ecología.

- Cuidar de las cosas y de los objetos para hacer que duren y concebirlos a tales efectos.

- Cuidar de la Naturaleza, en todas las actividades humanas.

Dentro de esta dinámica, se tratar de visibilizar los trabajos que se centran en la sostenibilidad de la vida humana, que siendo imprescindibles, no siguen la lógica capitalista: crianza, alimentación, cuidados de la infancia, a personas mayores, dependientes o enfermas, discapacidad o diversidad funcional…

Servicios públicos

Se trata de reforzar los servicios públicos y sus empleos asociados principalmente a nivel local, fuertemente descentralizados y abiertos a la participación, y en sectores de alto valor añadido para las personas, la sociedad y el medio ambiente (transportes públicos y limpios, bicicletas, ciencia e investigación sobre tecnología verde, educación, salud, redes energéticas distribuidas, etc.).

Mercado

Es obvia la necesidad de retomar control sobre las actividades mercantiles para marcarles límites y reglas orientadas hacia la equidad y la sostenibilidad. Primero, se trata de reformar y regular profundamente los mercados financieros, separar la banca de depósitos de la banca de inversiones, establecer orientaciones ecológicas, éticas y sociales a cualquier entidad bancaria rescatada, recuperar el control público o comunitario de los bancos, e impedir o gravar con un impuesto sobre las transacciones financieras las actividades especulativas.

Por otro lado, es importante aprobar unas normativas y leyes ambientales que fijan las grandes orientaciones democráticas del modelo productivo, y poner en marcha una fiscalidad ecológica (ecotasas —sobre el carbono, los residuos peligrosos, los terrenos contaminados, el consumo de energía en la industria, etc.—, fin de las subvenciones a los combustibles fósiles, incentivos para las renovables y la eficiencia energética, etc.)

Economía social y solidaria (ESS)

Según la Red de Economía Alternativa y Solidaria (REAS), los principios de la ESS son los siguientes: igualdad, empleo, respeto al medio ambiente, cooperación, no lucro (si hay beneficios, luego se reinvierten en sus actividades), compromiso con el entorno social, participación en las redes y democracia interna. Aglutina a cooperativas, mutualidades, asociaciones, empresas sociales y algunas fundaciones que intervienen en multitud de ámbitos: consumo responsable y comercio justo, agricultura campesina y productos ecológicos, servicios a las personas mayores, dependientes y a la infancia, inclusión social, acceso a la salud, vivienda social y solidaria, monedas complementarias y circuitos cortos, solidaridad internacional y turismo solidario, banca ética y finanzas solidarias, cooperativas de trabajadores, centros de reciclaje y de recursos,…

La ESS simboliza una alternativa a la empresa capitalista tanto a nivel de gestión como de objetivos transformadores a largo plazo y, desde el empoderamiento desde abajo. Visto así, es una fuente importante de actividades y puestos de trabajo decentes, participativos, sostenibles y con sentido. El reto es que la ESS vaya constituyéndose en algo más que un paliativo, en algo más que una economía minoritaria o en una economía de la supervivencia, y se enmarque en un proyecto político que busque un mayor grado de autodeterminación de las personas, los pueblos y los territorios (en alianza con otros sujetos de cambio social).

Los empleos verdes, pilar de la transición

Son una clave para reorientar de forma progresiva y ordenada el modelo productivo altamente energívoro y contaminante hacia otro basado en la sobriedad y la adecuación a los límites ecológicos del Planeta. Y, al mismo tiempo, para luchar de forma eficiente y a gran escala contra el paro, en una sociedad donde la ausencia de un trabajo remunerado suele desembocar en procesos de exclusión económica y social.

En cuanto a su definición (OIT, PNUMA, CSI y OIE, 2008), los empleos verdes son aquellos que “reducen el impacto ambiental de las empresas y los sectores económicos hasta alcanzar niveles sostenibles, ayudan a reducir el consumo de energía, materias primas y agua mediante estrategias de gran eficiencia, a descarbonizar la economía y a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, a minimizar o evitar por completo todas las formas de residuos o contaminación y a proteger y restablecer los ecosistemas y la biodiversidad”.

Diferentes categorías de empleos verdes:

- Aquéllas que corrigen, minimizan o regeneran los efectos adversos de las actividades humanas en el medio ambiente: la gestión de residuos, depuración de aguas residuales…

- Las que producen bienes y servicios de forma ambientalmente: agricultura ecológica, turismo ecológico y rural, energías renovables, producción forestal sostenible),…

- Servicios con finalidad preventiva y de control: prevención y minimización en origen de la contaminación, ecodiseño, educación y sensibilización ambiental.

-Sectores tradicionales que están avanzando en el proceso de modernización ambiental de sus productos y procesos, así como las actividades de investigación y desarrollo.

A nivel de género, es de recalcar que la economía verde sigue en la actualidad los patrones del resto de los sectores económicos desfavorables a la mujer: desigualdad salarial, de la calidad del empleo y de las oportunidades.


3. CONDICIONES NECESARIAS PARA LA TRANSICIÓN

Una transición ecológica que combine a la vez justicia social y ambiental requiere por lo menos cuatro grandes tipos de condiciones:

Un cambio cultural y de expectativas

Un cambio socio-cultural, pasa primero por repensar y decidir democráticamente:

- Un proyecto social deseable y realista según la capacidad de carga ecológica disponible.

- Las necesidades colectivas y el nivel de consumo aceptable.

- Cómo y dónde invertir la fuerza de trabajo.

La gestión global de la demanda es una prioridad, no solo en temas más aceptados como el agua o la energía sino también en todos los aspectos del consumo de masas: consumo de carne y pescado, emisiones de CO2, uso de recursos naturales, espacio de tierra disponible,…

Alcanzar esta reconstrucción colectiva de nuestras necesidades, pasa primero por un proceso de reapropriación democrática de la riqueza donde planteamos abiertamente por qué, para qué, hasta dónde y cómo producimos, consumimos y trabajamos.

Estas iniciativas de “cambio de mentalidad” tendrían que orientarse por lo menos en tres direcciones:

- Alertar de la magnitud de la crisis ecológica, de su interrelación con el resto de crisis y al mismo tiempo, enseñar nuevos caminos y propuestas alternativas para una sociedad deseable.

- Promocionar las actividades y el consumo no mercantiles y priorizar la economía social y solidaria, como epicentros de un nuevo modelo productivo basado en las personas y en la naturaleza.

- Revalorizar la esfera de la reproducción de la vida frente a la esfera de la producción.

Planificación participativa

Una transición ecológica de la economía requiere, en paralelo a un cambio de expectativas, una planificación participativa tanto a nivel de país como a nivel sectorial (y en su caso por empresa).

No cabe duda de que los cambios del tejido socio-económico van a engendrar tensiones y conflictos. Habrá decrecimiento y cierres de algunos sectores, auge de otros y por tanto trasvases de puestos de trabajo entre sectores así como incorporaciones nuevas y masivas en actividades sostenibles. Para disminuir en la medida de lo posible el grado de conflictividad y aumentar cuanto más se puede la sensibilidad social, es fundamental que la transición se haga de forma deliberativa y dialogada con todos los actores implicados: instituciones públicas correspondientes, los sindicatos, las organizaciones empresariales, las ONG, las asociaciones de consumidores, etc.

Políticas públicas a la altura del reto

Serán necesarios, además de los puntos anteriores, algunos factores básicos desde las instituciones y poderes públicos:

- Liderazgo político.

- Política activa contra el cambio climático. Medidas para la reducción drástica de emisiones GEI y para la adaptación a las consecuencias del cambio climático.

- Medidas específicas para que la proporción de empleos verdes y de buena calidad ocupados por mujeres sea mayor.

- Fomento de la organización de las mujeres (por ejemplo sindical).

- Un marco legislativo coherente, estable y operacional que permita las inversiones estructurales a largo plazo en los sectores ecológica y socialmente deseables.

- La movilización y coordinación de recursos públicos y privados para financiar la reestructuración del modelo productivo hacia la equidad y la sostenbilidad.

- Una apuesta clara por las pequeñas y medianas empresas (que generan la mayor parte de los empleos) así como las y los autónomos, por la economía social y solidaria y un apoyo decidido a la investigación, desarrollo e innovación (I+D+i).

- Fortalecer la protección social, las ayudas en caso de despido en sectores no sostenibles, la reconversión laboral hacia sectores sostenibles y los planes de formación y aprendizaje continuo.

Redistribución del trabajo y de la riqueza económica

En el contexto de crisis social, ecológica y de cuidados, el reparto del trabajo y la reducción de la jornada laboral son medidas centrales y complementarias a la reorientación del modelo productivo hacia más equidad y sostenibilidad. Cumplen con las reivindicaciones históricas tanto de los sindicatos como de los movimientos ecologistas: reforzar la justicia social, preservar el planeta y construir una economía próspera sin crecimiento.

A continuación algunos factores importantes para una redistribución equitativa:

- Reducción de la jornada sin reducción de salario. Se está produciendo una distribución de la riqueza en la que la parte de las rentas de trabajo es cada vez menor, favoreciendo a las rentas empresariales y del capital. La reducción de la jornada, sin reducción salarial, es una política de creación de empleo y que es perfectamente posible si se acepta una distribución de la riqueza más justa. El reparto del trabajo permite incluir social y económicamente colectivos fuertemente afectados por el paro de masas. La reducción de la jornada laboral es ademas una apuesta por reequilibrar los tiempos de vida entre trabajo remunerado y no remunerado. Se convierte en una condición necesaria para permitir una mejor inclusión de las mujeres en el mercado laboral, evitando su doble o triple jornada, y para redistribuir las tareas domésticas y de cuidado entre mujeres y hombres.

- Conciliación familiar y laboral, tanto para los hombres como para las mujeres.

- Reducción de la brecha salarial entre mujeres y hombres.

- Una semana laboral mucho más corta ayuda a romper el hábito de vivir para trabajar, trabajar para ganar dinero, y ganar dinero para consumir (mal y mucho), principal causa de nuestra desmedida huella ecológica. Se trata de diseñar una sociedad donde estamos menos atados al hiperconsumo intensivo en energía y más apegados a actividades sostenibles. Las sociedades más cohesionadas y equitativas son ecológica y económicamente más fuertes.

- Redistribución de las riquezas económicas ya que los recursos existen pero están muy injustamente repartidos. Una reforma fiscal hacia una mayor progresividad, una menor tributación del trabajo y una mayor tasación a los capitales y los recursos naturales (ecotasas,…).

- Una sólida política de la renta. A corto-medio plazo, gracias a la imposición más consecuente de las rentas altas y de los capitales, un incremento del salario mínimo. Además de el establecimiento de una renta máxima para garantizar una redistribución justa de la riqueza, una mayor cohesión social y una reducción del poder adquisitivo de las categorías que hiperconsumen por encima de las capacidades de la Tierra.


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